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viernes, 6 de septiembre de 2013

Caída

Era un día como otro cualquiera, su existencia tan sólo se debía al caprichoso deseo de sus padres, o al menos eso creía ella. Su mirada estaba vacía, igual que sus propósitos en la vida. Su corazón sólo estaba allí porque así lo quiso el mundo. Todos los días, se sentaba en su pupitre y miraba por la ventana. Nunca lloraba, nunca sonreía. No hacía nada. Sólo estaba allí, como un mueble, quieta, inexpresiva, ella no estaba realmente presente. Su mano siempre estaba sobre la mesa, y sobre ésta, su mejilla. Tenía un vacío interior que no se llenaba con nada. La gente la ignoraba, y ella se ignoraba a si misma. Sus piernas no se querían mover ya que ella prefería quedarse sola, sin nadie a su alrededor. Su nombre era Mei. Un día, una chica se acercó a Mei que siempre estaba sentada en su viejo pupitre de madera, observando las nubes, de forma pensativa, y comenzó a hablarla. Mei al principio no respondía, pero la atrevida joven no se rendía; seguía luchando por oír una palabra de la boca de la sombría dama. Una afortunada mañana, la muchacha huraña respondió a una de sus frases. Aunque sólo hubiese formulado un "sí" de forma tímida y ruda, ella sintió que por fin sus esfuerzos daban resultado. Poco a poco, Mei siempre tan callada e inexpresiva empezó a hablar y a mostrar expresiones con aquella mujercita alegre.
Sin embargo, una jornada la chica insociable volvió a ser lo que era, se volvió a refugiar del mundo y su amiga no volvió a acercarse a ella. Unas pocas semanas después, se encontró un vídeo en el que Mei se grababa a si misma diciendo estas palabras: "-Desde que mi vida comenzó me he sentido inútil. Una carga, un trozo de escoria. Sólo un lastre para todos. La única forma de escapar del mundo era refugiarme en mi misma y yo así era feliz. Hasta que "ella", quien era mi amiga apareció. Solamente me seguía, como un perro. Yo...yo sólo no quería hacerla sufrir. Aunque la que en realidad me lo hizo pasar mal fue ella. Un día, simplemente apareció ante mí y me gritó, me dijo que era un estúpida y que no debía existir. Que me había utilizado. Que sólo era un pasatiempo. Poco después de que me dijese todo eso, volví a ser la misma, no quise saber nada. Pero no pude evitarlo. Poco después notas amenzantes empezaron a llegar a mi taquilla. Me insultaban. Pero jamás lloré, jamás lo hice, porque he aprendido que si lloro, daño a los demás. Y yo no quiero dañar a nadie. Hace poco, tuve que comprarme un uniforme nuevo, ya que el de repuesto lo habían roto y pintado. Ahora no puedo ir al instituto sin miedo, ya que, aunque no lo muestre. Soy una persona. Soy un ser humano. No me gusta que me griten, pero me gusta que me ignoren. Esto sólo es una prueba más de que soy innecesaria. Tan sólo quiero morir. Pero antes de hacerlo, quería llevar a esa mujer y a sus compañeras ante la verdad." Unos días más tarde de su cambio de comportamiento, desapareció. Poco después se encontró su cadáver en el suelo de un edificio, con restos de lágrimas, y una nota dentro del bolsillo de su carta, que decía así: "-Lo siento. Al final he llorado, aunque me propuse no hacerlo. He gritado, he tenido un ataque de lágrimas, y justo antes de precipitarme del edificio, pensé en escribir ésta carta. Papá, mamá, siento haber sido tan cobarde pero ahora estoy bien, ya no sufro. Os quiero mucho y siempre lo haré."

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